Mais uma vez as FARC encharcam de sangue o solo colombiano. Os narcoterroristas (chamados pelo governo brasileiro de "beligerantes") mataram quatro refens que estavam presos, ACORRENTADOS EM ÁRVORES, em um dos acampamentos na selva de Caquetá. Os terroristas desconfiaram que haveria um ataque do exército colombiano para liberar os prisioneiros, três policiais e um militar.
As FARC mantém diversos campos de concentração espalhados em diversas regiões sob seu domínio, na selva, reunindo mais de 600 prisioneiros, que vivem, muitos, presos por correntes às árvores, nas piores condições possíveis.
O CABO JOSÉ LIBIO MARTÍNEZ EM VÍDEO FEITO PELAS FARC EM JUNHO DE 2010. MORREU ACORRENTADO A UMA ÁRVORE (IMAGEM EFE - EL PAIS) |
Mais uma vez as FARC encharcam de sangue o solo colombiano. Os narcoterroristas (chamados pelo governo brasileiro de "beligerantes") mataram quatro refens que estavam presos, ACORRENTADOS EM ÁRVORES, em um dos acampamentos na selva de Caquetá. Os terroristas desconfiaram que haveria um ataque do exército colombiano para liberar os prisioneiros, três policiais e um militar.
As FARC mantém diversos campos de concentração espalhados em diversas regiões sob seu domínio, na selva, reunindo mais de 600 prisioneiros, que vivem, muitos, presos por correntes às árvores, nas piores condições possíveis.
As FARC são compostas por cerca de 5 ou 6 mil bandidos que atualmente traficam cocaína e armas para o Brasil e outros países. Foi na Colômbia que foi preso Fernandinho Beira-Mar. Um dos maiores destinos da cocaína colombiana é o Brasil, onde milhares de jovens morrem todos os anos.
Essa gente ainda recebe o apoio de autoridades brasileiras e já participou de diversas reuniões do Foro de São Paulo (fundado por Lula e Fidel Castro), entidade destinada a estimular o desenvolvimento da esquerda em toda a América Latina. (Pesquisem as atas do Foro de São Paulo no site Mídia sem Máscara).
Essa gente ainda recebe o apoio de autoridades brasileiras e já participou de diversas reuniões do Foro de São Paulo (fundado por Lula e Fidel Castro), entidade destinada a estimular o desenvolvimento da esquerda em toda a América Latina. (Pesquisem as atas do Foro de São Paulo no site Mídia sem Máscara).
Um dos sequestrados mortos a tiros pelos terroristas foi o cabo do Exército, José Libio Martínez, prisioneiro das Farc desde 1997!
TREZE ANOS ESPERANDO A LIBERDADE!
VÍDEO DE EL TIEMPO:
TREZE ANOS ESPERANDO A LIBERDADE!
VÍDEO DE EL TIEMPO:
JOHAN MARTÍNEZ, FILHO DO CABO MORTO, ESPEROU TREZE ANOS, EM VÃO, PARA CONHECER O PAI.
REPRODUÇÃO EL TIEMPO |
1. Parte do texto de El Tiempo:
El cabo Martínez murió sin conocer a su hijo, que se había vuelto un símbolo contra el secuestro.
"Escribo esta carta a ustedes con el fin de pedirles que mire este niño que tan solo tiene 12 años de edad y suplica por la liberación de su padre, que ha tenido que crecer sin el calor de él".
El 20 de enero de 2011 Johan Steven Martínez hacía un nuevo llamado para que las Farc, de una vez por todas, se decidieran a liberar a su padre, el cabo del Ejército Libio José Martínez.
Era un intento más de este pequeño que nació poco después de que su padre fuera secuestrado el 21 de diciembre de 1997 cuando se encontraba en la base de comunicaciones de Patascoy, en límites entre los departamentos de Nariño y Putumayo.
Johan se dio a conocer ante el país cuando Juanes, durante un concierto que realizó en Bogotá, lo invitó a subir a la tarima y le dio un gran abrazo. Pero ya antes, mucho más pequeño, asistía y se dejaba ver en todas las marchas por la libertad de los secuestrados que organizaban en su municipio natal, Ospina, y en Pasto, capital de Nariño, en contra del secuestro.
Luego, el 16 de abril de 2009 e inspirado por el profesor Gustavo Moncayo, decidió recorrer a pie los 100 kilómetros que separan a Ospina de Pasto. Y el 27 de mayo comenzó su travesía. Fueron dos días de frío, ampollas en los pies y cansancio, pero lo logró.
Y fue recibido en la capital de Nariño con una ovación.
Esa marcha lo puso en el centro de atención de la comunidad internacional y más cuando en los últimos dos años fue él quien se puso al frente de la lucha por el regreso de su padre, del que tiente 21 cartas y videos, que ha logrado enviar como pruebas de supervivencia.
Pese a esto, las Farc fueron sordas a su clamor. Johan tuvo que ver cómo, con cuentagotas, esta guerrilla libró a algunos de los compañeros de cautiverio de su padre, entre ellos a Pablo Emilio Moncayo, compañero de Libio.
Tras esa liberación, el cabo se convirtió en el secuestrado más antiguo en poder de las Farc.
Pero no sólo eso. La Operación Jaque, en la que fueron liberados, entre otros la ex candidata presidencial Ingrid Betancourt y la acción militar que permitió la liberación del general Luis Mendieta junto con tres uniformados más, convirtieron a Martínez en uno de los secuestrados más ‘simbólicos’ para las Farc y a Johan en un referente de la lucha contra este flagelo.
Esto, porque en medio de las alegrías por la libertad de un secuestrado, Johan siempre se hacía oír con un clamor por la liberación de su padre. De hecho, tiene en su poder el teléfono de la ex senadora Piedad Córdoba, a quien solía llamar para pedirle que mediara por la liberación de su padre.
El 20 de enero de 2011 Johan Steven Martínez hacía un nuevo llamado para que las Farc, de una vez por todas, se decidieran a liberar a su padre, el cabo del Ejército Libio José Martínez.
Era un intento más de este pequeño que nació poco después de que su padre fuera secuestrado el 21 de diciembre de 1997 cuando se encontraba en la base de comunicaciones de Patascoy, en límites entre los departamentos de Nariño y Putumayo.
Johan se dio a conocer ante el país cuando Juanes, durante un concierto que realizó en Bogotá, lo invitó a subir a la tarima y le dio un gran abrazo. Pero ya antes, mucho más pequeño, asistía y se dejaba ver en todas las marchas por la libertad de los secuestrados que organizaban en su municipio natal, Ospina, y en Pasto, capital de Nariño, en contra del secuestro.
Luego, el 16 de abril de 2009 e inspirado por el profesor Gustavo Moncayo, decidió recorrer a pie los 100 kilómetros que separan a Ospina de Pasto. Y el 27 de mayo comenzó su travesía. Fueron dos días de frío, ampollas en los pies y cansancio, pero lo logró.
Y fue recibido en la capital de Nariño con una ovación.
Esa marcha lo puso en el centro de atención de la comunidad internacional y más cuando en los últimos dos años fue él quien se puso al frente de la lucha por el regreso de su padre, del que tiente 21 cartas y videos, que ha logrado enviar como pruebas de supervivencia.
Pese a esto, las Farc fueron sordas a su clamor. Johan tuvo que ver cómo, con cuentagotas, esta guerrilla libró a algunos de los compañeros de cautiverio de su padre, entre ellos a Pablo Emilio Moncayo, compañero de Libio.
Tras esa liberación, el cabo se convirtió en el secuestrado más antiguo en poder de las Farc.
Pero no sólo eso. La Operación Jaque, en la que fueron liberados, entre otros la ex candidata presidencial Ingrid Betancourt y la acción militar que permitió la liberación del general Luis Mendieta junto con tres uniformados más, convirtieron a Martínez en uno de los secuestrados más ‘simbólicos’ para las Farc y a Johan en un referente de la lucha contra este flagelo.
Esto, porque en medio de las alegrías por la libertad de un secuestrado, Johan siempre se hacía oír con un clamor por la liberación de su padre. De hecho, tiene en su poder el teléfono de la ex senadora Piedad Córdoba, a quien solía llamar para pedirle que mediara por la liberación de su padre.
LEIA O TEXTO INTEGRAL EM EL TIEMPO:
2. LEIA PARTE DO TEXTO DE EL PAÍS SOBRE O ASSUNTO:
Una de las características propias de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) es su sangre fría. En las últimas horas han vuelto a ratificar que a esta guerrilla colombiana no le tiembla el pulso a la hora de apretar el gatillo: asesinaron a tres policías y un militar que mantenían cautivos al descubrir una sigilosa operación de las autoridades que pretendía su liberación.
El hecho, que se produjo en la madrugada de este sábado en la profundidad de la selva del Caquetá, en el sur del país, ha causado enorme conmoción en un país que cree haberlo visto todo en la degradación de un conflicto armado que ya cumple medio siglo.
"Lamentamos profundamente que hayan sido asesinados, indefensos, sin posibilidad de defender su integridad. Fueron vilmente asesinados con tiros de gracia; había cadenas en el sitio", ha dicho el ministro de Defensa, Juan Carlos Pinzón, quien ha contado que tres de los cuerpos presentaban disparos en la cabeza y uno en la espalda.
Un quinto rehén de las FARC ha sido encontrado vivo, el suboficial de la Policía Luis Alberto Erazo Maya. Lo hallaron escondido en la misma zona donde estaban los cadáveres de los otros cuatro cautivos muertos. Erazo ha sido trasladado de la zona en helicóptero y se prevé que hoy domingo llegue a Bogotá.
Basta imaginar el rostro acongojado del niño Johan Steven, de 13 años, quien se había convertido en un símbolo de las protestas contra el secuestro. El pequeño nació solo meses después de que las FARC se llevaran a su padre, el cabo del Ejército José Libio Martínez, y quien había permanecido cautivo desde 1997. Él fue uno de los cuatro secuestrados que murió acribillado.
El Presidente Juan Manuel Santos ha dicho: "Es un crimen atroz que merece la condena de todos los colombianos y de comunidad internacional. Los únicos responsables de esa acción vil, de ese crimen de lesa humanidad es las FARC".
Lamentamos profundamente que hayan sido asesinados, indefensos, sin posibilidad de defender su integridad"
Juan Carlos Pinzón, ministro de Defensa de Colombia
“No sabemos cómo nos descubrieron”, ha dicho a EL PAÍS una fuente de la policía que relató el incidente. “La idea era caerles por sorpresa y liberar a nuestros compañeros. Al detectarnos, les dispararon. Cuando llegamos nos dimos cuenta que los cuerpos estaban encadenados a los árboles”. Además del cabo Martínez, murieron el teniente teniente Elkin Hernández Rivas, secuestrado el 14 de octubre de 1998, el coronel Édgar Yesid Duarte Valero, raptado también en la misma fecha; y el Intendente Álvaro Moreno, secuestrado el 9 de diciembre de 1999.
La fallida operación de rescate fue iniciada por la policía hace cuatro meses cuando agentes de inteligencia obtuvieron una pista sobre el paradero de los secuestrados. Un grupo de élite fue enviado a la selva para verificar la información. Al confirmarse los datos, las autoridades desplegaron a un grupo de sus más selectos hombres para que se internaran en la selva.
Conscientes de que las FARC no vacilan en asesinar a sus secuestrados en operaciones de rescate -como ocurrió con el gobernador de Antioquia, Guillermo Echeverri Correa, el 5 de mayo del 2003 al percatarse de la presencia de los helicópteros; o los once diputados del Valle, el 28 de junio de 2007, por una confusión de los propios insurgentes- la policía decidió avanzar por tierra pese a las dificultades del terreno.
Entonces pidieron ayuda del Ejército Nacional y entre ambas fuerzas empezaron a avanzar a pie por la maraña de la selva. Llevaban 48 horas caminando con el objetivo muy cerca cuando sintieron los disparos. Al principio, pensaron que era un combate. “Nos vieron y los mataron a sangre fría”, ha dicho la fuente.
Los cuatro secuestrados estaban en condiciones lamentables. La zona del hecho, en Solano, Caquetá, es una inhóspita región de árboles gigantescos y donde la ropa permanece húmeda y es difícil incluso el acceso del sol por lo tupida de la vegetación. En puntos similares han estado cautivos civiles y hombres de la policía y el Ejército durante más de una década, como parte de la estrategia de las FARC para presionar un canje a cambio de los guerrilleros presos en las cárceles.
Sin embargo, estas acciones se les devolvieron como un bumerán a las FARC no solo por el trato humillante que les daban a sus secuestrados -encadenados y campos de concentración hechos con alambres de púas- sino que tras varios años de andar por la selva con ellos les creó dificultades en su propia movilización. El repudio a esta práctica alcanzó su punto más alto el 4 de febrero de 2008 cuando unos diez millones de colombianos se echaron a la calle con gritos de “No más FARC”, “Liberen a los secuestrados ya”.
En ese momento, la secuestrada más visible era la ex candidata presidencial Ingrid Betancourt, liberada en una audaz operación llamada Jaque -llevada a cabo en 2008- en la que se le tendió una trampa a las FARC sin disparar un solo tiro. En esa acción se liberaron en total a 15 personas entre ellos tres contratistas norteamericanos.
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