Há semanas o regime ditatorial de Bachar al-Assad, de natureza nazi-fascista, reprime violentamente os protestos da população síria contra o seu governo, diante da aparente concordância da comunidade internacional, especialmente o governo Barack Obama, que foi muito mais duro com o ditador Muamar Kadafi.
Assad mandou seu irmão Maher, que cuida da segurança interna, perseguir e reprimir os que protestam, e Maher parece fazer isso com muito gosto.
Os informes que chegam da Síria, onde imaginaram que a onda de protestos não chegaria, dão conta que já morreram mais de mil civis por conta das investidas das tropas contra civis.
Foi exatamente isso que levou a Otan atacar a Líbia, com a desculpa de que iria impedir que Kadafi matasse civis indefesos. De fato, já morreram mais de 30 mil líbios, de um ou outro lado do conflito, o que indica que havia, mesmo era uma guerra civil. E milhares fugiram de barco, tentando chegar à Europa.
Na Síria, Assad, que usa sua mulher para manter uma imagem de modernidade ao regime, também está provocando a fuga de milhares de sírios que tentam entrar na Turquia, ao norte. Como um dos focos da resistência à ditadura era a cidade de Jisr al-Shughur, Assad mandou Maher impor a ordem a qualquer custo.
Naquela cidade onde houve um motim, soldados lutaram entre si e houve mortes. O governo chegou a falar que rebeldes emboscaram tropas e mataram 120 policiais. Mas parece que o número de mortes é bem menor e foi uma luta entre soldados amotinados e leais a Assad.
El Ejército sirio devasta la ciudad rebelde de Jisr al Shughur
El asalto consiste en una operación de castigo.- El conflicto aumenta el flujo de refugiados hacia Turquía
ENRIC GONZÁLEZ
Jerusalén 12/06/2011
El Ejército sirio devastó la ciudad rebelde de Jisr al Shughur e incendió sus alrededores, matando ganado y destruyendo cultivos. El asalto consistió básicamente en una operación de castigo, porque gran parte de la población de Jisr al Shughur había huido en los últimos días y las tropas del general Maher el Asad encontraron poca resistencia. Los soldados y policías que desertaron el pasado fin de semana, en número desconocido, apenas aparecieron en los combates. Los bombardeos, el éxodo de civiles hacia la frontera turca y la destrucción de cosechas crearon en la región noroccidental de Idlib una "emergencia humanitaria", según la Media Luna Roja.
La agencia estatal de noticias de Siria, Sana, portavoz del régimen junto a la televisión oficial, habló de "duros combates" contra "grupos armados". "Dos miembros de los grupos armados resultaron muertos, hubo un gran número de detenidos y las armas letales en su poder quedaron incautadas", informó Sana.
Un periodista de la agencia estadounidense Associated Press, al que le fue concedida autorización para trabajar en Siria y viajar en uno de los vehículos militares de la expedición, no hizo referencia a ningún "duro combate" e informó de que a mediodía Jisr al Shughur estaba desierta y solo se veían montones de escombros por todas partes, el resultado de casi 24 horas de ataque con helicópteros artillados, cañones y tanques.
Añadió que 10 cadáveres uniformados fueron encontrados en una fosa común excavada frente al edificio de
Un residente en Jisr al Shughur que permaneció en la ciudad hasta el mismo domingo, poco antes de que entraran las tropas, explicó que los bombardeos previos habían sido muy intensos y que solo unos 60 soldados y policías, que una semana antes se negaron a disparar contra civiles desarmados y se unieron a la resistencia contra el régimen, se habían preparado para hacer frente al asalto. El mismo testigo indicó que otros 200 hombres sin armas se quedaron también para intentar oponerse a las unidades de élite de Maher el Asad. Ignoraba qué había ocurrido con los soldados y los civiles.
El humo de los campos y granjas incendiados alrededor de Jisr al Shughur era visible desde varias localidades cercanas y desde una franja de terreno cercana a la frontera siria en la que se acumulaban miles de fugitivos, temerosos de pasar a Turquía por si no se les permitía volver, pero dispuestos a dar el paso en caso de que se aproximaran columnas militares, según Mustafa Osso, un activista por los derechos humanos residente en Siria. Osso aseguró que además de Jirs al-Shughur el Ejército había bombardeado otras ciudades de la provincia de Idlib como Maaret al-Numan (donde días atrás los manifestantes incendiaron la comisaría y los juzgados) y la cercana montaña de Jabal al-Zawiya, donde se hallaban varias pequeñas aldeas que, según diversos fugitivos en Turquía, podrían haber acogido a desertores del Ejército.
El enviado de Associated Press pudo hablar con algunos residentes de Jisr al-Shughur que se habían ocultado en sótanos durante el bombardeo. "Los grupos de matones armados nos intimidaban, nos decían que el Ejército iba a matarnos y que debíamos huir", declaró Zeina Salloun, de 37 años, coincidiendo con exactitud con las informaciones oficiales, las mismas que afirmaban que miles de personas se habían refugiado en Turquía "por comodidad" y para "reunirse con familiares". El periodista precisó que no se le permitió hablar con residentes sin la presencia de funcionarios del Ministerio de Información y que "no era seguro que los testigos se expresaran libremente", dado que "quien expresa opiniones antigubernamentales se expone a la detención".
Idlib, una provincia de mayoría suní (como el conjunto de Siria) con varias comunidades alauíes y cristianas, fue escenario en los años 70 de intermitentes insurrecciones islamistas, protagonizadas por los Hermanos Musulmanes. En 1980, el entonces presidente Hafez al Asad ordenó a su hermano Rifaa que bombardeara Jisr al-Shughur. El ataque causó miles de muertos y acabó con la resistencia antigubernamental. Dos años después, en 1982, el bombardeo de Hama causó entre 10.000 y 20.000 muertos y puso fin a la presencia de Hermanos Musulmanes en el país. Desde entonces, la simple pertenencia a la organización es castigada con la muerte. Como en aquella época, el presidente Bachar el Asad y su hermano Maher, jefe de la Guardia Presidencial y de la Cuarta División y virtual jefe del Ejército, se reparten los papeles: uno se encarga de la administración y el otro de la represión.
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